miércoles, 16 de julio de 2014

Marcos Luraschi

Marcos vive en Florida, su pasión es el guión cinematográfico, colabora con PoEsyA desde hace muchos años, el siguiente texto corresponde a dos meses de la página, abril y mayo, lo publico todo junto para facilitar la lectura,

EL ESTAFADOR

Amo los trucos de magia.
   Quiero decir: los buenos trucos de magia. Aquellos que ves, te maravillan… y cuando te vas del lugar te quedás pensando: ¿cómo hizo eso ese tipo para hacer eso?
   Yo también hago magia. Aunque la realidad es que no soy mago… pero casi.
   Soy estafador y me gano la vida como tal.
   Sí, lo digo así, sin vergüenza ni pudor de ningún tipo. (¿Y por qué debería sentir vergüenza o pudor, en todo caso?).
   Lo que yo hago perjudica a los damnificados, porque yo como gran damnificador soy responsable por mis crímenes. Pero no siento culpa ni remordimientos.
   Me explico: las obras de arte que robé, todo el dinero que “mágicamente” desapareció de grandes cuentas bancarias de ciertos indeseables individuos… y, en fin, todo lo que hice lo hice sabiendo que esos canallas se lo merecían; sí, se merecían eso y mucho más … pero nunca he llegado mucho más lejos.
Hasta ahora no maté a nadie.
   Aunque la realidad es que ahora también estoy en prisión. Y si bien hoy en día estoy tras estas rejas, considero la pérdida de mi libertad como algo transitorio. Así como todo en esta vida.
Transitorio.
¿Cómo llegué aquí?
Por confiar en la persona equivocada.
Me explico: la conocí en un salón de arte en Italia.
Recuerdo haber estado contemplando durante varios minutos una pintura que retrataba magistralmente a Galileo, cuando desde detrás escucho una hermosa voz femenina.
-                 Es demasiado cara para vos. Tendrías que vender la cabaña que tenés ahí cerca de las montañas.
Me dí vuelta y la vi.
Dios mío… ¡estaba espléndida! Un vestido ajustado, el maquillaje perfecto, un rostro de facciones delicadas y una picardía e inteligencia en la mirada que despertaban toda y mi curiosidad y mi atención. Tenía el aspecto de una hermosa muñequita.
-                 Es como si me estuvieras leyendo la mente – le respondí sin dejar de mirarla fijamente a los ojos-. ¿Qué me sugiere esta joven hermosa que ahora está sonriéndome levemente, casi como si me conociera de toda la vida?
-                 Esta “joven hermosa” te sugiere que pienses en lo que vas a hacer.
Y luego me dijo acercándose a mi oído en voz baja:
-                 Mi papá es el dueño del museo… Romeo.
Y se fue, caminando con su paso por demás elegante.
   Aquí había varias cosas dignas de un meticuloso análisis: ella sabía que yo quería robarme esa pintura. Evidentemente sabía quién era yo y a qué me dedicaba.
   Por otra parte… ¿por qué esa conversación? Quiero decir: conociéndome ya como criminal -y seguramente conociendo también mi modus operandi- ¿no le era mucho más fácil (y más conveniente) extorsionarme o atraparme en plena acción?
Si tanto le interesaba el museo, ¿para qué molestarse en decirme eso?
   Ahora bien, también cabía la posibilidad de que me haya mentido. Con el asunto del padre, quiero decir. ¿Cómo podía yo averiguar si ella era realmente la hija del dueño?
   Sí, es cierto que yo conocía al tipo (y no era una buena persona, así como ninguna de mis otras víctimas) pero ¿cómo probar (o conocer) si tenía hijos o hijas? Y si los tenía, ¿eran adoptados? ¿Eran legítimos?
¿O ella simplemente quería jugar un rato conmigo?
   Muchas chicas ricas hacen eso (y las que no son ricas también): aman los juegos mentales, en los que es difícil distinguir la realidad de la ficción, la verdad de la mentira… hasta dónde llega una cosa y hasta dónde llega la otra. Casi como si el matiz real de las cosas (su verdadera apariencia y su verdadero significado) fluctuara continuamente entre infinitos colores, formas y densidades.
   Confieso que a mí me gustaba jugar ese tipo de juegos. He de ser más honesto aún: me gusta jugar esos juegos. Cuando sé que estoy jugando con alguien que ama jugar y que esa persona (a mi criterio, al menos) es un digno rival … la verdad es que no puedo resistirme.
Mi pasión es más fuerte que yo.
La fascinación (la seducción, en definitiva) que ejercen en mí tales juegos es inmensa...
Los laberintos mentales en los que me pierdo, cuando pareciera que la adrenalina es lo único que me mantiene vivo… Hay momentos que te quitan la respiración. Y hay laberintos en los que vale la pena perderse… Para luego encontrar un camino.
O varios. O ninguno.
Volví a verla al otro día.
Había pasado toda la noche cavilando entre una y otra opción, entre una y otra cosa… Yo quería ese cuadro, lo necesitaba, pero…
-                 Yo no haría eso – me dijo nuevamente de manera sorpresiva.
Me había estado observando.
Yo estaba en un café en Roma y tenía a mi lado un cuaderno de notas y un libro.
Había pedido café y algunas tostadas. Estaba por ponerle el tercer sobrecito de azúcar en la taza cuando me sorprenden sus palabras.
-                 Mucha azúcar, pan… deberías cuidar mejor tu alimentación. Mucha vida sedentaria te está llevando por un mal camino. No me extrañaría que tu recorrido por Europa te deje con varios kilos de más.
La miré, muy molesto.
Irritado le respondí:
-                 Ok, ¿sabés qué? Me estás poniendo nervioso con tod …
Ella río.
-                 Genial – dijo, y apoyó su valija en la mesa.
Se sentó enfrente mío y me sonrió, elegantemente.
-                 No te molesta que me siente, ¿no? - sonreía.
-                 ¿Qué querés?
-                 La mitad de lo que tenés en tu cuenta bancaria.
-                 ¿O…?
Sonrió… y me guiñó un ojo. Llamó al mozo y le habló en francés.
Yo odio el francés y apenas pude arreglármelas como para hacerle entender al mozo que ella quería un café con leche y un sándwich. (Creo que ella entre mucha otra gente sobreestimaba a los mozos en Europa, que no son tan diferentes de los que ya conocemos acá en Buenos Aires).
-                 Esta es la escena en la que nos presentamos – me dijo inesperadamente.
-                 No, esta es la escena en la q ...
Me extendió elegantemente su mano.
-                 Anabella. Anabella Richardson.
Le estreché delicadamente su frágil y delicada mano.
-                 De Lucía. Paco De Lucía.
Otra vez rió.
-                 Eso es mentira – me dijo.
-                 También tu nombre es mentira.
-                 Nadie es perfecto – y me guiñó nuevamente el ojo.
-                 Touché.
Llegó el mozo. Cuando depositaba las cosas en la mesa, ella mantenía su mirada fija en mis ojos. Yo le sonreía levemente: ese desafío me gustaba. Como dije recién: estaba entrando en el laberinto. En su laberinto. Y me encantaba eso.
El mozo se fue.
-                 Anabella. Antes que …
-                 No nos vamos a despedir ahora que comenzamos a conocernos …
-                 Ok. Mentime. Mentime bien.
Ahora era ella la que sonreía.
- Soy una chica de clase alta, te conozco, sé tu verdadero nombre, sé que
viniste por ese cuadro del que fingías estar interesado, sé que planeabas robarlo… y que cuando yo te vi sospechaste de mí.
-                 ¿Y es bueno que sospeche de vos?
-                 ¿De una chica tan linda y tan tierna como yo? -se comportaba como una niña-. ¡Ah, si tan solo supieras lo que he sufrido en mi tan desgraciada infancia!
-                 ¿Tu papá no te compró un BMW cuando cumpliste cinco años?
-                 ¡Peor! Me compró acuarelas y pinceles.
Otra vez esa risa, que ahora me pareció de una diva.
Traté de reordenar las cosas...
-                 Ok… “Anabella”. Muy linda la charla, per…
-                 Mirá.
Sacó de su valija una hoja mediana. Estaba doblada y ella la abrió allí sobre la mesa. Al verla quedé atónito: ¡nosotros dos pintados magistralmente hablando en la galería de arte!
-                 ¿No es hermosa?
-                 Sacaron una foto… y vos lo pintaste.
-                 Casi: las cámaras de seguridad te filmaron… yo tomé la grabación, congelé la imagen, la usé como modelo… y aquí está mi obra de arte.
-                 Genial. Felicitaciones. Pero no tenés nada en concreto contr …
-                 Yo no. Pero ellos sí.
Anabella chasqueó los dedos y se acercaron dos guardaespaldas que salieron no sé de dónde.
-                 Paco dice que no se siente bien, chicos. ¿Podremos hacer algo por él?
Me puse de pie y con las manos, trataba de gesticular para que se calmaran los ánimos.
Pero todo eso fue inútil. Me llevaron detenido. La policía me mantuvo detenido por varios días.
Y pasado ese tiempo, nuevamente volví a verla, ahora desde la prisión: ahora estaba vestida de manera mucho más formal, acompañada de su padre.
Solamente me pidió –de la manera más fría posible- que confesara cómo había hecho todo lo que hice, por qué lo hice, cuáles fueron las razones que me motivaron… y mierdas como esas.
Confieso que durante algunos segundos quedé estupefacto ante tal petición.
Ahí estaba su motivación: que yo lo confesara todo. Quería exponerme, desnudar todas mis intenciones de la manera más cruel y denigrantes.
¡Un mago nunca revela sus trucos!
La mandé a la mierda. A ella, al padre, a la policía… a todos...
El tiempo pasó y estoy a años luz de que se cumpla mi sentencia aquí en donde estoy.  Pero eso no importa.
Me he tomado mi tiempo para replantearme las cosas, replantearme mi vida.
Dicen que nada (bueno o malo) pasa sin un propósito.
Y yo ya lo he encontrado.
La petición de “Anabella” (nunca supe su verdadero nombre en realidad, pero eso ahora no importa), que en su momento me pareció estúpida, ahora tiene mucho sentido para mí: ¿ganarme la vida como escritor? ¡¿Por qué no?! Quizá escriba con un pseudónimo, desde cualquier parte del mundo con mi notebook… nadie se enterará de eso. Nadie se enterará de nada. Como pasa siempre.
Dejo estas páginas como firme testimonio de que ahora mi vida anterior muere y comienzo a vivir la mejor parte de mi vida.
Como suele decirse: lo mejor está por venir.
Aquí dejo constancia de mi historia, de cómo han sido las cosas, de lo que he vivido… y de que no pasaré un sólo día más en este nido de ratas.
Como dice el dicho, “el que ríe último, ríe mejor”.
¿Vengarme de ella? Todo a su tiempo, queridos...
Por el solo hecho de que me considero tan bueno en lo que soy les dejo esta nota y estas pistas.
Atrápenme si pueden.
F I N
Nota adicional del FBI:
Se busca a ese criminal llamado Marcos Luraschi, que se hace pasar por escritor. No se ofrece nada por su captura. Si lo ven por ahí, mátenlo nomás. Lo buscamos muerto… o muerto.
Se ha iniciado una investigación especial contra PoEsyA y contra su principal responsable, Rubén Saura (alias “Yubén”, alias “El Wapo”) por incitar a la libertad de expresión, promover buenos valores entre la gente y… ¡bueno, lo demás es un tema nuestro, che!
                                                                                         Marcos Luraschi


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