lunes, 18 de agosto de 2014

Rodrigo Gastón García Cancellieri

                                                                                

   PARA FINALIZAR

Envuelto en la cronología repetida de mis errores
ya cansado de ver como el reloj repite las mismas horas
siempre idéntico en una eterna circularidad
que nos lleva y nos trae para adelante y hacia atrás
nunca cambiando nada, repitiendo todo, siempre igual.

Viajes terminados antes de empezar.
Valijas desarmadas cuando recién empezaba a empacar.
Si el espacio entre la puerta y el zaguán parece ser demasiado grande
a veces tendré que hacer un esfuerzo para poderlo atravesar.

Irónicamente las voces familiares me susurran advertencias
y tan ingenuo vuelvo a caer en entregar todo sin pausas
y veo mi futuro más claro que mi pasado
los signos están ahí presentes como burlones detrás de mis ojos,
si tengo que cambiar para ser feliz, entonces no lo voy hacer sin luchar.

Me llenan esas ganas desubicadas de creer en la fantasía
pero como hacer, si la realidad me ataca tan llena de dudas
cuando el presente no concuerda con el ritmo de los latidos
entonces es inevitable que con el pasar del dolor
dejen de bailar el sístole y el diastole del soñador.

                                               Rodrigo Gastón García Cancellieri

jueves, 24 de julio de 2014

Eduardo Romero

Eduardo es abogado, vive en Florida, le apasiona la historia, concurre al taller del Instituto Bignone y varias veces a realizado disertaciones sobre personajes o hechos históricos.

“LA VALIJA”

   Valija y viaje, viaje y valija, dos partes de una misma circunstancia, es como el agua al sediento o el pan al hambriento, es trasladar nuestra forma de vida a otro lugar y en ese habitáculo generalmente rectangular, no solo van nuestros enseres indispensables si no  también, las expectativas hacía la conquista de un mundo desconocido en algunos casos o rutinarios en otros, la valija es parte de nuestra propia esencia, cada vez que debemos transportarnos de un lugar a otro, es sin darnos cuenta esencia de nuestra propia vida, sin ella no sería posible estar en otro lado, que nuestro propio ámbito de existencia.
   Pero también está la valija de los sueños, aquella que no tiene forma ni tamaño, porque vive en nosotros, son parte de nuestros proyectos, de aquella ansiedad inefable que tiene el ser humano, dando rienda suelta a sus sentimientos emociones y pensamientos en pos de un único fin, que es el leitmotiv de nuestra existencia, la búsqueda de la felicidad.


                                                                                    Eduardo G. Romero

Valentina Mateu



Valentina Mateu, vive en San Martín, concurre al taller ¡De tal Palo! que junto con Victoria Vega coordinamos en el Instituto de rehabilitación de personas ciegas o baja visión, tiene un estilo muy particular y divertido.

PEQUEÑO EQUIPAJE

No sé por qué, mi marido se enojó cuando fuimos a vacacionar unos días a la playa, según él, yo llevaba mucho equipaje, a ustedes les parece que siete valijas para cuatro días ¿Son muchas?
La cuestión que empezamos a discutir, palabra va, palabra viene, valija va, valija viene, terminamos a los golpes y en la comisaría y las tan ansiadas vacaciones se frustraron.
Ese fue el final de un matrimonio, feliz hasta que decidimos irnos de vacaciones. Si algún día llego a formar otra pareja, desde ya, ese error no se repetirá, cuando vayamos a pasear a algún lado, usaré solamente bolsones, ¡Valijas, NUNCA MÁS!
                                                                                                 Valentina Mateu

miércoles, 23 de julio de 2014

Ariel Von Kleist

Ariel vive en Florida, escribe desde hace varios años en PoEsyA, también es artista plástico y este es su escrito para VALIJA:

EL SUCESO

Eugenia llegó a casa más temprano que de costumbre. Traía en la mano una bolsa de laboratorio de análisis clínicos. Estaba pálida. Osvaldo estaba en la cocina preparando la comida. Cuando sintió que llegaba su esposa fue a verla. Le preguntó: “¿Qué te dijo el médico?” Eugenia balbuceó algo ininteligible y se puso a llorar. Osvaldo la abrazó y le dijo como para conformarla:
 "Vos ahora olvidate de todo esto, que a vos no te toca, vos sos sana, no te entran ni las balas, dura, sos como el diamantito que tienen en la ferretería para cortar los vidrios, aunque los diamantes son sin color como un vaso sin vino, mejor llenita de vino, coloradita entonces, como un rubí, mi vida."
Eugenia le dijo: -Es que sucede algo muy especial y estoy asustada-
-¿Pero que puede estar pasando, mi amor? ¿Acaso vino un tsunami? Vos quedate tranquila que en un ratito vamos a comer algo rico que estoy preparando, más rico que cuando fuimos a comer a Carlitos el Rey, aunque ese día sí que nos dimos una panzada.
Eugenia sin más protocolos le contestó: -Estoy embarazada-
Osvaldo la miró y luego le dio un beso en la boca:
-Esto es algo inesperado, mi amor, ¡Quién lo diría! ¡Nuestro primer hijo! Es todo un acontecimiento. Mirá- y la tomó de las manos- Este bebé va a cambiarnos la vida, va a ser como si nos casamos de nuevo, o mejor que eso, como si nos fuéramos otra vez de luna de miel a Mar del Plata. ¿Te acordás cuántos caracoles nos trajimos? No podíamos cerrar la valija de tan abultada que estaba… Esperá que me parece que se me está quemando la comida, ya vuelvo-
Osvaldo fue a la cocina y volvió en pocos minutos: - Tenemos que pensar que nombre le vamos a poner, podría ser Lourdes como la virgencita que está en Santos Lugares, donde abrís la canilla y sale un montón de agua bendita…-
-¿Y si es un varón?- Y Eugenia esta vez se puso a reír.
-¿Viste mi querida que no era nada? Es que te asustaste porque es la primera vez que vas a ser mamá. Este año vas a estrenar el día de la madre. Bueno, si es un varón le ponemos Diego como Maradona, vas a ver que cuando juegue al fútbol va a hacer muchos goles. En fin, vamos a comer.-
Y los dos se levantaron de la mesa y fueron juntos a la cocina.


                                                                                             Ariel von Kleist

lunes, 21 de julio de 2014





Liliana Vive en Florida, además de escribir muy bien, es maestra y artista plástica, este es su trabajo para PoEsyA

VALIJA  (CRÓNICA EN CINCO)

Decidió protegerse.
 De alguna manera, morir le ofrecía cierta seguridad...
 Atravesó con su mano el vidrio del escaparate  y tomó para sí la valija de cristal. Ni bien la vio, pensó que le correspondía.
La sentía propia.
Era suya.
La usaría. Estaba convencido de que poseía la clave oculta para abrir su cerradura, la  que también ostentaba  carácter cristalino.
Una vez dentro dormiría su sueño, su letargo, y alcanzaría su deseo de enajenamiento total.
No necesitó transportarla lejos. Ni si quiera se le ocurrió la picardía de esconderla, quizás sosteniendo la hipótesis de que su transparencia, le permitiría  un  perfecto camuflaje allí mismo, y en ese mismo momento.
Aún sin tener prisa alguna, no esperó.
Sobre la misma acera la abrió, y cierta emoción corrió por todo su ser...
Era tan perfecta. Tanto... Que no pudo evitar acariciarla varias veces, con suma  delicadeza, usando a penas las yemas gastadas y sin huellas de sus dedos. Extasiado por estar tan cerca de la meta que se proponía, ablandó su cuerpo y se quitó la ropa muy lentamente.
Dobló cada prenda y la apiló prolijamente a un costado.
Y la dejó allí, perpendicular a la bóveda celeste.

II

Despacio fue que levantó un pie y luego el otro para meterse dentro.
 Muy cuidadosamente...
Opuesta a su deseo de dormir, una irresistible pulsión de no despertar a nadie, lo regía.
De tal manera curvaba los ángulos de sus articulaciones, que los latidos de su  corazón pulsaban tan secretamente que habría sido  imposible  declarar presente  dicho signo vital.
Por nada del mundo rayaría el cristal impecable de  aquella caja. Por nada.
Sin esfuerzo alguno, como si toda su vida hubiese estado practicando para aquel momento, danzó en puntas de pie hasta  acomodarse en el interior.
Y mientras se ubicaba en aquel espacio tan a su medida, una brillosa transparencia
lo transmutaba hacia la invisibilidad.
La luz ahora lo recorría. Lo atravesaba.
La luz ahora lo reconocía parte de sí.

Y embebido en el trasluz se dejó ser dejando de ser.
Cerró sus ojos y una mueca  en su boca callada, una mueca de sonrisa, selló aquel segundo misterioso.
Nuevamente no  esperó.
Durmió.
III

(Sin registro ni documentación de la fase.)

IV

Comenzó  a desperezarse y a liberarse de su siempreviva posición fetal.
Buscó desentumecer cada una de sus delicadas partes; las  que apenas al ser  tocadas por la orden de responder a un estímulo de resurrección, crujían de manera similar, al modo con el que se expresan las hojas secas cuando  las pisa una formación pies descalzos.
Todo su ser componía  una especie de desovillado ovillo de filos hilos de lino,  enredados. Ninguna mirada puesta sobre  aquel entramado complejo, habría visto posible desmadejarlo.
No al menos en aquel momento.
Quizás en otro.
Sin embargo, a pesar de la aparente inmovilidad,  de  detener  la observación sobre aquel proceso, habría sido posible percibir movimientos  lentos  que podrían haber sido  interpretados como la reversa de una serie de acciones coordinadas y preestablecidas  para tejer un capullo.
Un vientre de tela elastizada ocultaba la definición de sus formas.
Y cierto carácter hipnótico del fenómeno, obligaba a alucinar la gestación de algún tipo de ser ondulante,  que en la profundidad del espacio interior de aquella valija cristalina  pujaba por escaparse del plano entelado,  con  la supuesta  intensión de corporizarse y conquistar un volumen. Siempre en una instancia permanente de exquisita  lucha con la resistencia propia de las coordenadas cuánticas que intentaban determinar su dimensión.
En la demora de una  definición final, trató de verse y,  fue cuando impactado por la comprensión de lo sucedido, descubrió que en él ya no había manos, ni ojos para mirar manos, ni nada parecido a nada, porque cada vez era menos posible, recuerdos con qué comparar.
V

Una marea de espacio infinito.
Cristalina valija, la eternidad.
                                                                                          Liliana A. Bell

viernes, 18 de julio de 2014

Catalina Sia

Catalina Sia, escribe en PoEsyA desde los primeros años, vive en Olivos, le gusta escribir y pintar, esto escribió para la página:

VALIJA

   Había llegado puntualmente como estaba previsto, en un vuelo especial desde esas lejanas tierras, lo reconocieron por su valija. Era de unas dimensiones que llamaron poderosamente la atención, sobre todo a sus parientes, que lo estaban esperando. Solo él podía traer pegado en su valija el escudo de Racing, su club favorito, se había hecho simpatizarte, desde muy chico, siguiendo a su padrino.  Y hoy llegaba al país gracias a él, cumpliendo la promesa que años atrás le había hecho, y sobre todo conocer la cancha del club de sus amores.
                                                                                           Catalina Sia

miércoles, 16 de julio de 2014

Marcos Luraschi

Marcos vive en Florida, su pasión es el guión cinematográfico, colabora con PoEsyA desde hace muchos años, el siguiente texto corresponde a dos meses de la página, abril y mayo, lo publico todo junto para facilitar la lectura,

EL ESTAFADOR

Amo los trucos de magia.
   Quiero decir: los buenos trucos de magia. Aquellos que ves, te maravillan… y cuando te vas del lugar te quedás pensando: ¿cómo hizo eso ese tipo para hacer eso?
   Yo también hago magia. Aunque la realidad es que no soy mago… pero casi.
   Soy estafador y me gano la vida como tal.
   Sí, lo digo así, sin vergüenza ni pudor de ningún tipo. (¿Y por qué debería sentir vergüenza o pudor, en todo caso?).
   Lo que yo hago perjudica a los damnificados, porque yo como gran damnificador soy responsable por mis crímenes. Pero no siento culpa ni remordimientos.
   Me explico: las obras de arte que robé, todo el dinero que “mágicamente” desapareció de grandes cuentas bancarias de ciertos indeseables individuos… y, en fin, todo lo que hice lo hice sabiendo que esos canallas se lo merecían; sí, se merecían eso y mucho más … pero nunca he llegado mucho más lejos.
Hasta ahora no maté a nadie.
   Aunque la realidad es que ahora también estoy en prisión. Y si bien hoy en día estoy tras estas rejas, considero la pérdida de mi libertad como algo transitorio. Así como todo en esta vida.
Transitorio.
¿Cómo llegué aquí?
Por confiar en la persona equivocada.
Me explico: la conocí en un salón de arte en Italia.
Recuerdo haber estado contemplando durante varios minutos una pintura que retrataba magistralmente a Galileo, cuando desde detrás escucho una hermosa voz femenina.
-                 Es demasiado cara para vos. Tendrías que vender la cabaña que tenés ahí cerca de las montañas.
Me dí vuelta y la vi.
Dios mío… ¡estaba espléndida! Un vestido ajustado, el maquillaje perfecto, un rostro de facciones delicadas y una picardía e inteligencia en la mirada que despertaban toda y mi curiosidad y mi atención. Tenía el aspecto de una hermosa muñequita.
-                 Es como si me estuvieras leyendo la mente – le respondí sin dejar de mirarla fijamente a los ojos-. ¿Qué me sugiere esta joven hermosa que ahora está sonriéndome levemente, casi como si me conociera de toda la vida?
-                 Esta “joven hermosa” te sugiere que pienses en lo que vas a hacer.
Y luego me dijo acercándose a mi oído en voz baja:
-                 Mi papá es el dueño del museo… Romeo.
Y se fue, caminando con su paso por demás elegante.
   Aquí había varias cosas dignas de un meticuloso análisis: ella sabía que yo quería robarme esa pintura. Evidentemente sabía quién era yo y a qué me dedicaba.
   Por otra parte… ¿por qué esa conversación? Quiero decir: conociéndome ya como criminal -y seguramente conociendo también mi modus operandi- ¿no le era mucho más fácil (y más conveniente) extorsionarme o atraparme en plena acción?
Si tanto le interesaba el museo, ¿para qué molestarse en decirme eso?
   Ahora bien, también cabía la posibilidad de que me haya mentido. Con el asunto del padre, quiero decir. ¿Cómo podía yo averiguar si ella era realmente la hija del dueño?
   Sí, es cierto que yo conocía al tipo (y no era una buena persona, así como ninguna de mis otras víctimas) pero ¿cómo probar (o conocer) si tenía hijos o hijas? Y si los tenía, ¿eran adoptados? ¿Eran legítimos?
¿O ella simplemente quería jugar un rato conmigo?
   Muchas chicas ricas hacen eso (y las que no son ricas también): aman los juegos mentales, en los que es difícil distinguir la realidad de la ficción, la verdad de la mentira… hasta dónde llega una cosa y hasta dónde llega la otra. Casi como si el matiz real de las cosas (su verdadera apariencia y su verdadero significado) fluctuara continuamente entre infinitos colores, formas y densidades.
   Confieso que a mí me gustaba jugar ese tipo de juegos. He de ser más honesto aún: me gusta jugar esos juegos. Cuando sé que estoy jugando con alguien que ama jugar y que esa persona (a mi criterio, al menos) es un digno rival … la verdad es que no puedo resistirme.
Mi pasión es más fuerte que yo.
La fascinación (la seducción, en definitiva) que ejercen en mí tales juegos es inmensa...
Los laberintos mentales en los que me pierdo, cuando pareciera que la adrenalina es lo único que me mantiene vivo… Hay momentos que te quitan la respiración. Y hay laberintos en los que vale la pena perderse… Para luego encontrar un camino.
O varios. O ninguno.
Volví a verla al otro día.
Había pasado toda la noche cavilando entre una y otra opción, entre una y otra cosa… Yo quería ese cuadro, lo necesitaba, pero…
-                 Yo no haría eso – me dijo nuevamente de manera sorpresiva.
Me había estado observando.
Yo estaba en un café en Roma y tenía a mi lado un cuaderno de notas y un libro.
Había pedido café y algunas tostadas. Estaba por ponerle el tercer sobrecito de azúcar en la taza cuando me sorprenden sus palabras.
-                 Mucha azúcar, pan… deberías cuidar mejor tu alimentación. Mucha vida sedentaria te está llevando por un mal camino. No me extrañaría que tu recorrido por Europa te deje con varios kilos de más.
La miré, muy molesto.
Irritado le respondí:
-                 Ok, ¿sabés qué? Me estás poniendo nervioso con tod …
Ella río.
-                 Genial – dijo, y apoyó su valija en la mesa.
Se sentó enfrente mío y me sonrió, elegantemente.
-                 No te molesta que me siente, ¿no? - sonreía.
-                 ¿Qué querés?
-                 La mitad de lo que tenés en tu cuenta bancaria.
-                 ¿O…?
Sonrió… y me guiñó un ojo. Llamó al mozo y le habló en francés.
Yo odio el francés y apenas pude arreglármelas como para hacerle entender al mozo que ella quería un café con leche y un sándwich. (Creo que ella entre mucha otra gente sobreestimaba a los mozos en Europa, que no son tan diferentes de los que ya conocemos acá en Buenos Aires).
-                 Esta es la escena en la que nos presentamos – me dijo inesperadamente.
-                 No, esta es la escena en la q ...
Me extendió elegantemente su mano.
-                 Anabella. Anabella Richardson.
Le estreché delicadamente su frágil y delicada mano.
-                 De Lucía. Paco De Lucía.
Otra vez rió.
-                 Eso es mentira – me dijo.
-                 También tu nombre es mentira.
-                 Nadie es perfecto – y me guiñó nuevamente el ojo.
-                 Touché.
Llegó el mozo. Cuando depositaba las cosas en la mesa, ella mantenía su mirada fija en mis ojos. Yo le sonreía levemente: ese desafío me gustaba. Como dije recién: estaba entrando en el laberinto. En su laberinto. Y me encantaba eso.
El mozo se fue.
-                 Anabella. Antes que …
-                 No nos vamos a despedir ahora que comenzamos a conocernos …
-                 Ok. Mentime. Mentime bien.
Ahora era ella la que sonreía.
- Soy una chica de clase alta, te conozco, sé tu verdadero nombre, sé que
viniste por ese cuadro del que fingías estar interesado, sé que planeabas robarlo… y que cuando yo te vi sospechaste de mí.
-                 ¿Y es bueno que sospeche de vos?
-                 ¿De una chica tan linda y tan tierna como yo? -se comportaba como una niña-. ¡Ah, si tan solo supieras lo que he sufrido en mi tan desgraciada infancia!
-                 ¿Tu papá no te compró un BMW cuando cumpliste cinco años?
-                 ¡Peor! Me compró acuarelas y pinceles.
Otra vez esa risa, que ahora me pareció de una diva.
Traté de reordenar las cosas...
-                 Ok… “Anabella”. Muy linda la charla, per…
-                 Mirá.
Sacó de su valija una hoja mediana. Estaba doblada y ella la abrió allí sobre la mesa. Al verla quedé atónito: ¡nosotros dos pintados magistralmente hablando en la galería de arte!
-                 ¿No es hermosa?
-                 Sacaron una foto… y vos lo pintaste.
-                 Casi: las cámaras de seguridad te filmaron… yo tomé la grabación, congelé la imagen, la usé como modelo… y aquí está mi obra de arte.
-                 Genial. Felicitaciones. Pero no tenés nada en concreto contr …
-                 Yo no. Pero ellos sí.
Anabella chasqueó los dedos y se acercaron dos guardaespaldas que salieron no sé de dónde.
-                 Paco dice que no se siente bien, chicos. ¿Podremos hacer algo por él?
Me puse de pie y con las manos, trataba de gesticular para que se calmaran los ánimos.
Pero todo eso fue inútil. Me llevaron detenido. La policía me mantuvo detenido por varios días.
Y pasado ese tiempo, nuevamente volví a verla, ahora desde la prisión: ahora estaba vestida de manera mucho más formal, acompañada de su padre.
Solamente me pidió –de la manera más fría posible- que confesara cómo había hecho todo lo que hice, por qué lo hice, cuáles fueron las razones que me motivaron… y mierdas como esas.
Confieso que durante algunos segundos quedé estupefacto ante tal petición.
Ahí estaba su motivación: que yo lo confesara todo. Quería exponerme, desnudar todas mis intenciones de la manera más cruel y denigrantes.
¡Un mago nunca revela sus trucos!
La mandé a la mierda. A ella, al padre, a la policía… a todos...
El tiempo pasó y estoy a años luz de que se cumpla mi sentencia aquí en donde estoy.  Pero eso no importa.
Me he tomado mi tiempo para replantearme las cosas, replantearme mi vida.
Dicen que nada (bueno o malo) pasa sin un propósito.
Y yo ya lo he encontrado.
La petición de “Anabella” (nunca supe su verdadero nombre en realidad, pero eso ahora no importa), que en su momento me pareció estúpida, ahora tiene mucho sentido para mí: ¿ganarme la vida como escritor? ¡¿Por qué no?! Quizá escriba con un pseudónimo, desde cualquier parte del mundo con mi notebook… nadie se enterará de eso. Nadie se enterará de nada. Como pasa siempre.
Dejo estas páginas como firme testimonio de que ahora mi vida anterior muere y comienzo a vivir la mejor parte de mi vida.
Como suele decirse: lo mejor está por venir.
Aquí dejo constancia de mi historia, de cómo han sido las cosas, de lo que he vivido… y de que no pasaré un sólo día más en este nido de ratas.
Como dice el dicho, “el que ríe último, ríe mejor”.
¿Vengarme de ella? Todo a su tiempo, queridos...
Por el solo hecho de que me considero tan bueno en lo que soy les dejo esta nota y estas pistas.
Atrápenme si pueden.
F I N
Nota adicional del FBI:
Se busca a ese criminal llamado Marcos Luraschi, que se hace pasar por escritor. No se ofrece nada por su captura. Si lo ven por ahí, mátenlo nomás. Lo buscamos muerto… o muerto.
Se ha iniciado una investigación especial contra PoEsyA y contra su principal responsable, Rubén Saura (alias “Yubén”, alias “El Wapo”) por incitar a la libertad de expresión, promover buenos valores entre la gente y… ¡bueno, lo demás es un tema nuestro, che!
                                                                                         Marcos Luraschi


martes, 15 de julio de 2014

Ana Valle

Ana vive en Florida comenzó a colaborar con PoEsyA en el 2002 y en julio de 2007 comenzó a ilustrar las portadas de la página, tarea que también realizaron alumnos de su taller.

esta es su colaboración para "VALIJA"

Allí estaban, la vida y su frontera
la incertidumbre, el miedo,
un miedo de llorar
a cada paso y quebrar
la necesidad joven de ser libre,
sin mentiras, sin engaños,
sin amenazas, si se pudiera...

Guardé todo en una valija
llena de sueños, lista para partir,
la esperanza me acobija.

Todo estaba sin estar,
el desafío me atrae,
pero el miedo empezó a susurrar.

Hoy los recuerdos oxidados
rezongan todavía
junto a los hermosos sueños ajados.

                                       Ana Valle


Mercedes Rossi Muñoz

Mercedes vive en Boulogne, escribe en PoEsyA desde el ejemplar N° 1, aunque algunos meses no participó, tiene dos libros publicados y tuve el honor de ser el presentador de su segunda publicación en editorial Dunke.
Esta es su colaboración para "VALIJA"


ERA INVIERNO

     Era invierno. Las hojas caían de los árboles formando un inmenso colchón, así que salimos a saltar y correr, sintiéndolas crujir. Habremos jugado afuera ceca de dos horas.
         Al regresar, encontramos las ventanas cerradas, pensamos que era por el viento. Fuimos a su habitación, estaba cerrada.
          Demasiado silencio en casa.
          Armó sus valijas y se marchó sin decir nada.

                                                          Mercedes Rossi Muñoz 


sábado, 12 de julio de 2014

Enrique Catalano

Enrique Catalano, también oriundo de Chivilcoy, actualmente vecino de Florida, es el único integrante de ésta página que junto conmigo, escribió en todos los ejemplares de PoEsyA, un gran creador de sonetos, género literario por demás difícil.
 Esto es lo que escribió para el ejemplar de mayo 2013:

MI  PRIMERA  CARTA  RECIBIDA

Presionando al pasado adormecido,
lo emplazo a que devuelva mis recuerdos,
me apabullo con su aire enrarecido,
y lo que hay que averiguar, regresa lerdo.
¿Cómo y cuando llegó aquella carta?
¿y quién me la envió, cuál fue el motivo?
rebusqué en mi valija de recuerdos,
y nada pude hallar soy puro olvido.

¿No tengo observación? ¿Será por eso?
¿Me cuesta aprehender reminiscencias?
En tren de imaginar haré progresos,
inventaré que hablaba de una ausencia.
Avanzo y allí están mis veinte años,
mi asombro en la ciudad desconocida,
me hablabas con pasión y sin regaños,
hablabas de tu amor, toda una vida.



Y en tu primera carta imaginada,
visualizó a pesar de tantos años,
el alma de una madre preocupada,
y un mensaje de amor, sin desengaños.

                  ENRIQUE  CATALANO

Ángel Catalano

Comienzo con Ángel Catalano, oriundo de  Chivilcoy, pero vive en el barrio de Palermo, porque es autor de la frase que ésta página literaria adoptó como lema, "Pensar obliga a pensar", frase que tiene mucho contenido si se la analiza profundamente y que no tiene ninguna relación con la famosa frase de RENE DESCARTES, "Pienso, luego existo" .
  Esto escribió Ángel para Valija



NO...
-Había una vez...
-¡Che!... ¿Te vas a contar un cuento?
-¡No! ¿Por qué me preguntas eso?
-Y como dijiste: “había una vez...” así se comienzan los cuentos.
-Entonces, si tengo que contar, que en un preciso lugar, existía, en un tiempo pasado, una determinada cosa, NO puedo decir “había una vez...” y narrar ese acontecimiento ¿Sin que sea un cuento?
-¡Ufa! Sí... dale.
-Bien, hete aquí, que nos acompañaba la buena suerte, habíamos sido aceptados, a compartir una mesa en el club. Éramos varios amigos, grande la mesa y armamos nuestro propio equipo de fútbol, inclusive los suplentes. En determinado tiempo, en una terminal de ómnibus, mientras esperábamos la salida del que debíamos tomar, acontecía lo siguiente...
-Cada uno tenía sus cosas para contar, aunque no hubiera continuidad en los temas: Es embarazoso repetir lo que otros nos revelaron, empero, mientras NO digamos sus verdaderos nombres...
-Godovino nos contaba, que en cierta oportunidad, un niño le pedía una moneda, antes le había entregado un papel, que rezaba lo siguiente: “Es a voluntad, con su ayuda compraré comida ¡Gracias!”
-Primero pensé en darle unos caramelos, NO (Siempre el NO) mejor unas galletitas que llevaba conmigo, son más nutritivas, pero NO (Otra vez NO) le daré unas monedas, NO importa para qué las utilizaría, lo importante era satisfacerlo, luego de entregárselas, le dije: “Que tu mente sea una gran empresa dedicada al pensamiento sano”.
-Amelio, molesto por interpretar que dicha frase era indebida en tal circunstancia, interrumpió el relato y con su acostumbrada soltura, narró lo siguiente: “Cuando doy una moneda, siento una desagradable sensación, por un enojoso recuerdo, alguien me contó, un hecho ocurrido en el comienzo de la década de los cuarenta”.
-“A un niño de diez años le habían regalado una moneda de cincuenta centavos, era una moneda nueva, inexistente hasta esos momentos, los pobres le llamaban “la chancha”. Un día su Mamá, que por supuesto conocía la existencia de la moneda, le dijo: “Hijo ¿Me prestas tu moneda?”
Otil, corrió a buscarla, sintió una gran alegría ¡Estaba ayudando a Mamá!
-“Otil, voy al almacén ¿Me acompañas?
Ambos, tomados de la mano fueron a hacer las compras. La madre, habría calculado bien los precios, porque al pedir la cuenta, el almacenero dijo: “Son cincuenta centavos”... (Era en otra época).
Otil, tiempo después, NO podía precisar cuánto, sintió que algo le dolía en su interior ¿El corazón?... ¿El alma?... Se preguntaba “qué momentos tristes estaría viviendo Mamá, NO tenía ni cincuenta centavos para comprar alimentos, mientras que había gente que viajaba en avión... ¿Por qué sucedía esto?...
---Eleazar decía: “Debemos respetar al otro en sus creencias y pensares, aunque todo tenga como base un error ¿Se podrá llegar a esclarecer el error?...
NO faltó el comentario de Floreal:
---Las aves en sus picos llevan a sus nidos la porción de alimentos que esperan sus pichones
--- ¿Vieron alguna vez que dos palomas o dos gorriones chocaran cuando vuelan? Preguntó Ivo.
---NO, murmuró Lando.
---Este, cree que se las sabe todas. Dijo Gelberto.
--- ¿Vos crees que es así? Asombrado preguntó Saladino.
---Mirá, ¿Sabés sobre que habló el otro día? Qué se necesita para escribir un libro.
--- ¿Además  del talento?
---Si.
--- ¿De encontrar el tema, de la intención, de las ganas, de la imaginación, del tiempo?
---Según Willy, lo más difícil es encontrarse con la soledad, si NO estás solo no podés concentrarte, pensar, escribir.
--- ¿Todos los escritores escribieron acompañados de la soledad?
---Bueno hay distintas “soledades”, la podés encontrar en una plaza, en tu escritorio, en una isla, viajando, en cualquier medio, hay distintas maneras de escribir, empero la soledad tiene que estar ahí...
---Vos decís viajando ¿En el subte, con un mundo que te rodea?
---Según él decía, el escritor sabe abstraerse...
Y de pronto ¡Anunciaron la salida del ómnibus!
---Todos corrieron hasta el andén de acceso y subieron al coche. Romildo, se bajó apresuradamente y regresó al lugar en que habían estado reunidos.
--- ¿Qué le pasó a éste?   Dijeron todos...
--- ¡Se olvidó la valija! Fue el comentario de Ladislao.
---Claro, la valija no hubiera sido lo importante, SÍ, todo lo que en ella guardaba... agregó Flaviano...

                                                                                      Ángel B. Catalano

Portada del ejemplar de Mayo 2013

PoEsyA

(POetas, EScritores Y Amigos)
“Pensar obliga a pensar”                                          Ángel Catalano

MAYO 2013                           AÑO X N° 118                           VALIJA

Es increíble que una palabra como VALIJA, que automáticamente nos lleva a relacionarla con viajes, aventuras, sueños, no sea tan utilizada, no encontré frases o citas relacionadas con esa palabra, si encontré y los publico, consejos de como armar una valija. Por suerte los escritores que hacemos esta página literaria, no esquivamos los problemas y mucho menos las palabras, por eso preparamos las hojas, la lapicera y las ideas,  llenamos la “valija” con nuestra mejor creación y nos fuimos de viaje por el mundo de las letras.
El camino fue arduo, la valija pesada y la imaginación discutió todo el tiempo con las musas, pero sin prisa y sin pausa la valija llegó a destino y cuando la abrimos surgió este ejemplar, que espero sea de agrado de todos. Gracias por viajar con nosotros y por cargar cada uno su propia VALIJA.
                                                                                                                           Rubén E. Saura



ILUSTRACIÓN:    Ana Valle                  “Taller de Ana”              anavallepintura@gmail.com
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